90º ANIVERSARIO DE LA GRAN REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE
«Nosotros queremos transformar el mundo. Queremos poner término a la guerra
imperialista mundial, en la que
se ven envueltos centenares de millones de hombres […] y a la que no se podrá poner fin con una paz verdaderamente democrática
sin la más grandiosa revolución
que conoce la historia de la humanidad: la revolución proletaria.» (V.I. Lenin, abril de 1917)
La Gran Revolución
de Octubre despertó el entusiasmo y esperanza entre los proletarios
y trabajadores del mundo, y
también un gran odio de las
clases capitalistas, de la reacción, contra el partido bolchevique
y sus grandes dirigentes. Fue una revolución sin precedentes en la historia de la humanidad, una revolución que «estremeció al mundo».
En Rusia, la revolución llevó a cabo la creación no sólo
de un Estado y gobiernos diferentes, sino también de una
auténtica civilización, una forma de vida superior (la socialización y colectivización),
una organización nacional basada en la igualdad y la libertad de los pueblos, y un florecimiento
cultural y científico que asombró al mundo.
La URSS
fue durante décadas un factor decisivo en la historia humana; logró consolidar una unidad férrea popular que le permitió superar con éxito las duras
pruebas a las que tuvo que
enfrentarse: la guerra civil,
la intervención imperialista, la colectivización
e industrialización, la guerra de exterminio
e invasión perpetrada por las hordas hitlerianas
instigada por las llamadas democracias occidentales; la espectacular reconstrucción del país en la posguerra, etc.
De las muchas experiencias y lecciones que nos ofrece
la Revolución
de Octubre, de la actividad del primer Estado socialista de la Historia, está la puesta en práctica del internacionalismo
proletario, sintetizado en la famosa y certera consigna formulada en el Manifiesto del Partido Comunista:
«¡Proletarios de todos los países, uníos!».
Internacionalismo activo,
no mera palabrería como la
de los socialdemócratas y otros. El Poder
soviético, lo aplicó en Rusia de forma clara y
contundente, del imperio zarista hizo una unión de Repúblicas con la adhesión voluntaria de los pueblos de sus muchas nacionalidades.
La misma URSS recibió ese mismo internacionalismo
en su lucha contra la coalición imperialista, coaligada
con los kerenski, que en los primeros
meses de la Revolución pretendió asfixiarla y desató una cruel guerra civil. Los marineros de la flota francesa del Mar Negro que encabezados por el comunista Marty, se negaron a atacar a la URSS,
son una muestra de ese internacionalismo, que como su nombre
indica junto a la palabra
proletario, ha de regir las
relaciones entre los partidos hermanos,
en un plano de igualdad, que
ha de tener en cuenta el desarrollo desigual, tanto en lo organizativo como en lo político.
El internacionalismo tiene no sólo manifestaciones
coyunturales más o menos grandiosas, como por ejemplo fueron las Brigadas
Internacionales en la lucha
contra el nazifascismo en España, sino que también ha de tener formas organizativas. Así lo entendieron Marx, Engels,
Lenin, Stalin y todos los grandes revolucionarios. A raíz de la
Revolución de Octubre,
Lenin y los bolcheviques organizaron la III Internacional, en
la que entre otras responsabilidades se estableció la formación de partidos bolcheviques,
marxista-leninista diríamos hoy,
en todos los países. Esta es hoy también una tarea planteada, pendiente de realizar. La Conferencia
Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas CIPOML, es una expresión de esa necesidad, pero dista aún de ser una nueva Internacional. El internacionalismo proletario que con ardor defendieron Lenin,
Stalin, Dimitrov, etc., es la solidaridad
internacional de los proletarios del mundo, y tal y como hicieron los
bolcheviques, ha de ser uno
de los principios y componentes de los verdaderos partidos marxista-leninistas.
De igual modo, y siguiendo el ejemplo de los
grandes dirigentes de la construcción del socialismo en la URSS,
afirmamos que la violencia revolucionaria es imprescindible para derrocar a la burguesía, y demás fuerzas capitalistas
que actúan contra el proletariado
y los pueblos del mundo. La violencia revolucionaria, a partir de cierta
fase de la lucha de clases,
es inherente a ésta. La violencia revolucionaria, cuya expresión más alta es la dictadura del proletariado, «la organización de la vanguardia de los oprimidos en clase dominante para
aplastar a los opresores», es uno de
los principios más denostados por los socialdemócratas, los revisionistas y demás oportunistas. Jrushov, en el infame XX Congreso lanzó toda una sarta de calumnias y ataques contra Stalin, contra la violencia revolucionaria y la dictadura del
proletariado. Stalin, el
gran continuador de la obra
de Lenin, llevó a cabo una
férrea lucha para la aplicación de ese principio, que perdurará en la mente de todos los comunistas.
Nosotros, defendemos la obra de Stalin y decimos con Lenin: «Marxista
sólo es el
que hace extensivo el reconocimiento
de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura
del proletariado. En ello estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o
un gran) burgués adocenado.»
En el curso de las grandes realizaciones
del Poder Soviético, de sus
vicisitudes y problemas surgió la gran traición de Jrushov y sus seguidores,
que fue minando los cimientos del Estado socialista en la URSS, desencadenó el entusiasmo de la burguesía y reaccionarios del mundo, entre los
que se debería incluir a los revisionistas
modernos los cuales, aunque con diferentes formas y manifestaciones, forman parte del
mismo bloque oportunista y antimarxista-leninista. La reacción vaticinó el fin de las ideas
comunistas, del papel
decisivo del proletariado, de la clase
obrera, y por ende, la inutilidad de los partidos comunistas.
Los partidos y organizaciones
miembros de la CIPOML sostenemos, afirmamos, que el partido comunista es el motor imprescindible,
que da conciencia, organiza y dirige al proletariado,
como fuerza principal en alianza con el campesinado pobre donde ha lugar, y las clases populares
en su lucha revolucionaria.
El desarrollo del
imperialismo, los grandes avances de la tecnología, los descubrimientos de todo tipo que tienen
lugar, no han aniquilado, ni pueden hacerlo, la lucha de clases. Todos los logros
de la gesta de Octubre, dirigida por Lenin y Stalin, siguen
siendo de actualidad; la lucha de clases sigue siendo el
motor de la Historia, y el partido comunista el principal impulsor, encargado de, hacer comprender la
afirmación de Marx:«Los hombres no pueden
librarse más que por su propia acción, no por el capricho de un mecenas o la voluntad de un dictador esclarecido.»
La tesis sobre el eslabón débil,
es decir, donde las contradicciones fundamentales están más agudizadas, particularmente la que enfrenta el proletariado
a la burguesía, es también de actualidad y ha de ser tenida en cuenta
tácticamente en la lucha internacional de los comunistas. Empero, que la cadena imperialista se
rompa por el eslabón débil o eslabones débiles, y de lugar al derrocamiento del capitalismo y la implantación del socialismo, sólo
será posible si la .lucha está encabezada
por un auténtico partido comunista, como demostró la Revolución
de 1917. Rusia era un eslabón
débil del sistema capitalista, pero no era el único.
Fue el partido
comunista, certeramente dirigido,
al frente de las masas de obreros, campesinos y soldados, los que hicieron
saltar en pedazos ese eslabón, los que
conquistaron el Palacio de Invierno y tomaron todo el
Poder para los soviets, es otra
de las grandes lecciones y experiencias de aquella heroica gesta, que perdurará en los anales de la revolución y nos orienta y estimula.
Se puede afirmar que sin un partido
marxista-leninista, templado en la lucha y con una sólida ideología, con firmeza y audacia organizativa y dirigentes experimentados que sepan prever y adelantarse en ocasiones a los acontecimientos, sin ese Partido, las
masas populares podrán obtener éxitos momentáneos, victorias parciales, pero nunca podrán llevar
a cabo la revolución en su sentido más profundo
pues « sólo un Partido dirigido por una teoría de
vanguardia pude cumplir la misión de combatiente de
vanguardia».
Al conmemorar el 90 Aniversario de la Gran Revolución
de Octubre, encabezada por
Lenin, Stalin y otros grandes
dirigentes bolcheviques, la Conferencia
Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas subraya y enfatiza la actualidad
y validez del marxismo-leninismo para la clase obrera y los pueblos del mundo, frente a la pléyade de teorías pseudo marxistas, tales como el
anarquismo, la socialdemócrata,
eurocomunismo, trotskismo, los
utópicos etc. hasta las que actualmente
tratan de penetrar en la clase
obrera y los sectores progresistas. Muchas de esas teorías, jaleadas por la burguesía y su ejército de intelectuales «críticos», no son más que
remiendos de viejas ideas, disfrazadas de nuevas, que siempre,
en todo momento, acaban haciendo el juego
a la reacción; son esos nuevos
filósofos, que nada nuevo descubren,
teoréticos que teorizan y desprecian e ignoran la fuerza de la acción de, la práctica; sus análisis no son para extraer conclusiones, sino que teorizan para explicar conclusiones preestablecidas. Son los que
afirman que el marxismo está rebasado, que el
leninismo se opone al marxismo, etc., y se sacan de la manga teorías que van
«más allá del Capital».Para
nosotros el marxismo, más las enormes
y geniales aportaciones de
Lenin (el marxismo-leninismo), no
sólo es actual,
sino que de su correcta aplicación, dependen el progreso de las fuerzas proletarias,
revolucionarias, su arraigo
entre las masas populares, el impulso de la lucha vital por derrocar y erradicar el capitalismo, para
dar paso a la construcción del socialismo.
Recogemos la ya clásica fórmula: «El marxismo-leninismo es la ciencia relativa a las leyes de la naturaleza y de la sociedad, a la revolución
de las masas explotada.[…] Es la ideología de la clase obrera y de su partido comunista».
Es una ciencia viva, en movimiento; no es ni nunca será
en manos de los comunistas, un catecismo, un
dogma, sino una guía para la acción y el análisis
dialéctico. Como subrayaba
Lenin: «Sin teoría revolucionaria,
no puede haber
movimiento revolucionario».
Finalmente, recogemos las palabras de Lenin: «Al proletariado ruso le ha correspondido el gran honor de empezar, pero no debe olvidar
que su movimiento y su revolución son solamente una
parte del movimiento proletario revolucionario
mundial.»
¡VIVA LA GRAN REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE!
¡VIVA EL MARXISMO-LENINISMO!
¡VIVA EL INTERNACIONALISMO PROLETARIO!
Conferencia
Internacional de Partidos y
Organizaciones
Marxista
Leninistas (CIPOML)
Octubre de 2007