RELIGIÓN Y COMUNISMO:

DESDE LA ENAJENACIÓN A LA EMANCIPACIÓN DE LA HUMANIDAD

 

“Los principios sociales del cristianismo han tenido dieciocho siglos para desenvolverse y  non  necesitan  de que un Consejero Consistorial prusiano venga ahora a desarrollarlos.

Los principios sociales del cristianismo justificaron la esclavitud en la antigüedad, glorificaron la servidumbre en la Edad  Media  y son capaces, si es preciso, de defender la opresión del proletariado, aunque sea con aire compungido.

Los principios sociales del cristianismo predican la necesidad de que exista una clase dominante  y  una clase oprimida, y a esta última lo único que le ofrecen es el piadoso deseo de que la clase dominante sea caritativa.

Los principios sociales del cristianismo sitúan en el cielo la compensación que prometen los asesores del Consistorio por todas las infamias, justificando así la continuidad de estas infamias en la tierra.

Los principios sociales del cristianismo declaran que todos los actos viles de los opresores contra los oprimidos constituyen bien un justo castigo por el pecado original u otros pecados, bien pruebas a las que el señor, en su sabiduría infinita, supedita la redención.

Los principios sociales del cristianismo predican la cobardía, el desprecio de uno mismo, la humillación, sumisión y humildad; en suma, todas las virtudes del populacho, y el proletariado, que no permitirá ser tratado como chusma, necesita más su valentía y autoestima, su orgullo y sentido de la independencia que el pan que come.

Los principios sociales del cristianismo son cobardes e hipócritas, y el proletario es revolucionario”.

 

[Karl Marx, “El Comunismo del Rheinischer Beobachter”]

 


Antepuesta

Durante la cumbre del “G-8” efectuada en el julio de 2009 en Italia, papa Ratzinger ha hecho pública una nueva "encíclica social": la Caritas in Veritate.

Se ha tratado de una empalagosa tentativa de la Iglesia católica de abrirse espacios en el medio de la crisis económica capitalista. La crítica al "exclusivo objetivo del provecho" y a las "inaceptables diferencias de riqueza" es desarrollada, en efecto, para poner en guardia la burguesía del riesgo de vastas sublevaciones obreras y populares y para solicitar algunas medidas de tipo keynesiano. En tal modo es de nuevo acreditado el indispensable apoyo de las jerarquías católicas al sistema de explotación. Sustentando un poder burgués reformado, "tal como una muleta sustenta a un minusválido" (Gramsci), la Iglesia intenta restaurar su posición, de conseguir reconocimientos y de conseguir a objetivos políticos y económicos.

Sin duda el Vaticano es una potencia financiera internacional alineada con todos sus tentáculos seculares (IOR, Opus Dei, conferencias episcopales, partidos y sindicados católicos, medios de comunicación, escuelas y hospitales privados, fundaciones, sociedades apostólicas, asociaciones, etcétera), contra el movimiento comunista y obrero. Una poderosa organización reaccionaria con amplía base de masa, cuya influencia y autoridad invierte actualmente acerca del 17% de la población mundial, en particolar modo en América Latina, Europa y Filipinas. 

Esta potencia, aunque históricamente en posición defensiva y subalterna, sacudida por escándalos, crisis y divisiones interiores, cada vez más lejos de la realidad social, sin embargo sigue desarrollando - gracias a su aparato ideológico, a la estrecha organización internacional, a la milenaria experiencia - una función relevante en justificar y respaldar el sistema basado sobre la propiedad privada de los medios de producción, asì como en el debilitar y dividir la resistencia de las masas frente a la brutal ofensiva capitalista. Por tanto la oligarquía financiera necesita de su servicios.

La relación entre jerarquías Vaticane y burguesía imperialista ha padecido ciertamente modificaciones después del derrumbamiento del revisionismo al poder, en cuyo Woityla ejerció un papel importante. Las relaciones se han complicado, han emergido fracturas y contrastes (ves en la primera guerra en Irak), parcialmente reabsorbidos después del 11 de septiembre y el inicio de la "guerra de civilización".

Hoy la crisis de hegemonía de los EE.UU. y el destrozo económico devuelven aliento a la política del Vaticano, que apunta a una re-evangelizacion del mundo afirmando posiciones intransigentes sobre los "temas éticamente sensibles": familia, aborto, sexualidad, bioetica. Frente a los obstáculos que encuentra, Ratzinger está intentando una convergencia con las cumbres musulmanes reaccionarios (se vea el Foro islamo-católico desarrollado en Vaticano en el 2008 y la posición tomada a la conferencia del Cairo).

La influencia que la Iglesia católica mantiene sobre las masas se basa en factores ideológicos, que constituyen en su conjunto la "fe que supera la razón". Pues, en este artículo nos ocuparemos ante todo de la crítica a la religión cómo ideología y queremos dar concreto a esta crítica analizando específicamente los rasgos que distinguen el cristianismo. Una religion que quiere presentarse como el único instrumento de salvación para el hombre y la humanidad: Sin Dios - ha escrito Benedicto XVI - el hombre no sabe adonde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada»”.[1]

Sucesivamente daremos a analizar algunos aspectos de las recientes encíclicas de Ratzinger y en fin a delinear algunas cuestiones de la lucha política para la resolución de la "cuestión vaticana", que por su naturaleza es una cuestión internacional que será solucionada definitivamente con el comunismo. Bien sabiendo que la parte fundamental del trabajo de desarrollar para dar el “golpe de gracia” al poder temporal de la Iglesia católica corresponde, por razones históricas y geográficas, al proletariado revolucionario de nuestro país.

 

La religione como forma

 de enajenación espíritual

La enajenación es condición indispensable por la existencia, por el constituirse religiones:  si faltara este aspecto no habría dios y no existiría la religión; según la religión, en efecto, el hombre para legitimarle moralmente a si mismo como persona tiene que poner suraíz moral en otro de si puesto como Absoluto (dios) y relacionarse a ello como una criatura suya.

En la religión la relación enajenada hombre-dios es el fundamento del constituirse de la sociedad, de las relaciones interhumanas; todos los deberes y derechos sociales que regulan las relaciones humanas son deducidos por la relación enajenada hombre-dios.

De este discurso descienden dos consecuencias: 1) dios es un concepto hipóstasis, es decir un concepto substantificado como realidad absoluta; consecuentemente el problema de la existencia ontológica de dios es un problema teoréticamente falto de sentido, ilegítimo; 2) la religión, en cuanto enajenación, es una forma de humanismo negativo;  el hombre, el mundo humano considerado en su autonomía son ontologicamente negativos, soy el no ser y para tener valor moral tienen que relacionarse a un Absoluto. La persona religiosa, en cuanta persona enajenada, es una persona abstracta, metahistorica, pre-social.

Marx en el escrito Sobre la cuestión judía subrayó este aspecto y localizó como condición emancipadora (humanismo positivo)  “la reducción del mundo humano, de las relaciones, al hombre mismo.”[2] En el humanismo positivo marxiano el hombre se convierte en persona, individuo humano viviente en el tiempo y por obra propia. La dimensión histórico-social no es el resultado de la evolución natural, ni tiene su fundamento en una relación vertical hombre-dios, pero es el resultado del trabajo como acto de socialización que crea en la naturaleza las relaciones interhumanas y, en igual tiempo, crea la distinción hombre-naturaleza: el nexo que une los hombres no es más solamente biológico pero histórico-social y lo primero se inscribe en el segundo.

Coherentemente Marx, en las Tesis sobre Feuerbach, escribe: “Pero la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.”.[3] No existe por lo tanto para Marx una naturaleza humana metafísica o metastorica. El ser humano se hace en la historia porque construyendo la sociedad construye si mismo como persona, como valor universal. Persona y sociedad son las polaridades de una actividad humana en devenir.

En la religión toda la problemática del sistema de los conceptos morales es condicionada por su naturaleza enajenada;  así, por ejemplo, en el cristianismo el concepto de igualdad expresa una igualdad enajenada, abstracta, metahistorica; el concepto de poder político, es decir la enajenación política, es legitimado por Cristo en los Evangelios y de S. Pablo en la Carta a los romanos (concepción teocrática de la soberanía); siempre a través del recurso a dios es legitimado por S. Pablo el concepto de sociedad clasista. 3) cada religión tiene la pretensión de universalizarse, de ponerse, en la realidad histórica, como la única religión verdadera. En particular en el cristianismo tal pretendido se ha realizado en dos modos diferentes: mediante el enlace entre enajenación religiosa y enajenación política sea en el mundo antiguo (imperio romano) sea en el siglo XX (con el nazifascismo); o bien deveniendo él mismo cristianismo enajenación política con la creación del poder temporal de los papis, de la Mediana Edad al Resurgimiento, defendido también con las guerras, las excomuniones, las persecuciones hasta la eliminación física de los herejes. De aquí consigue de ello la justificación doctrinal de la regla de violencia para la universalización histórica de la religión cristiana. 4) La religión, en cuanta enajenación, no puede conducir un proceso histórico de liberación de todas las enajenaciones (socio-económicas, políticas y espirituales) más bien las consagra y las legítima;  es incompatible con el concepto de libertad libertadora de cada forma de enajenación que es la libertad comunista.

 

La igualdad religiosa es una igualdad enajenada El cristianismo de los orígenes afirma la igualdad moral de todos los hombres: “Porque todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesus.”[4]                                                              La igualdad moral-religiosa entre los hombres, teniendo su fundamento en dios, es decir fuera del hombre, es una igualdad enajenada, abstracta y falta de valor universal en cuanto no les es extendida a todos los hombres, pero tiene un valor particular:  la igualdad queda limitada a los miembros de la secta, es decir, en el caso del cristianismo, restringida a los solos bautizados. Por la conciencia religiosa:  a) el principio moral de la igualdad enajenada (porque religiosa) y abstracta (porque metahistorica) no entra en contradicción con las desigualdades históricas; ellas en efecto no son proclamadas injustas y no son deslegitimadas sobre el plano moral; b) las desigualdades sociales aparecen marginales y constituyentes el accidentalidad de la existencia humana que encuentra en cambio su verdadera dimensión, su concreto, su libertad, en la vida religiosa organizada por la Iglesia. En tal entrelazoentrelazamiento ocurre lo que Marx llama “el trueque de la speculación en empiria”,[5] ocurre un proceso de subrepción, es decir de inserción de la absolutidad, del carácter sagrado de la hipóstasis religiosa (dios) en la sociedad enajenada;  es decir se cristianiza la concreta sociedad esclavista y refuerzan las desigualdades. Esta obra de subrepción se ve claramente en S. Pablo, a propósito de la familia cristiana, cuando dice: “Que los esclavos obedezcan en todo a sus dueños y procuren agradarlos, tratando de no contradecirlos. Que no los defrauden, sino que les demuestren absoluta fidelidad, para hacer honor en todo a la doctrina de Dios, nuestro Salvador.”.[6] Las reglas de S. Pablo sacralizan, en nombre de Cristo, la esclavitud social y la pobreza social: “Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre.”.[7]

La misma posición es remachada en la Carta a los Colosenses donde S. Pablo afirma: “Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor. Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres. Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos. Ustedes sirven a Cristo, el Señor: el que obra injustamente recibirá el pago que corresponde, cualquiera sea su condición!”. [8] Como se puede bien ver S. Pablo utiliza una real forma de terrorismo religioso a los objetivos de la conservación social añadiendo luego, con referencia a los dueños: “En cuanto a ustedes, patrones, concedan a sus servidores lo que es justo y razonable, recordando que también ustedes tienen un Señor en el cielo”.[9]

Este procedimiento de absolutización, en nombre de Cristo, de la familia y de la sociedad esclavista lleva a una mistificación ideal:  a) la familia esclavista, en efecto, cristianizada según las enseñanzas de S. Pablo, en su concreto histórico, siempre queda esclavista; b) la obra de subrepción tiene una importante consecuencia para el esclavo. Su conciencia religiosa le oscurece la conciencia del propio estado de sujeto enajenado y neutraliza la voluntad de una accion concreta, directa a liberar el mundo histórico de la contradicción social en que él oprimido vivas y a hacer surgir en el mundo histórico, en cuyo él oprimido vivas, la igualdad social como concreta forma de vida y al mismo tiempo inculca la esperanza de un más allá de liberación donde todos serán juzgados según los propios méritos religiosos. Marx aclara bien este aspecto cuando define la religión: “la queja de la criatura en pena, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas  embrutecido”;[10] es justo este aspecto de la religión a inducirlo a definir la religión narcotizo pueblo, porque la religión impide al sujeto enajenado de adquirir conciencia de su ser social. Además la religión opio pueblo es la premisa conceptual al concepto de la filosofía que transforma la crítica del cielo en la crítica de la tierra, haciendo por tanto indivisibles los dos conceptos. En conclusión Marx definiendo la religión opio del pueblo coge en su verdadera esencia la función social de la enajenación religiosa.

 

La legitimación moral-religiosa del rico

Un papel extremadamente importante tiene la concepción cristiana del rico y de la riqueza privada.

Cristo devalúa metafísicamente la riqueza terrenal,[11] invita los discípulos a no preocuparse de las riquezas terrenales, pone en guardia a los discípulos contra el peligro que las riquezas representan. Tal devaluación no empuja Cristo a declarar la riqueza terrenal en si pecado (y por consiguiente a considerar al rico en cuánto tal pecador)  ni a declarar la incompatibilidad moral-religiosa entre el status de rico y el status de cristiano, sino Cristo indica al rico el recorrido moral para tener también a él, como el pobre, la recompensa metafísica en el más allá.

 

El rico, en su mismo interés metafísico, tiene que vivir la riqueza con humildad. Es  ejemplar, al respeto, un trozo del Evangelio segun San lucas: “Un hombre importante le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?». […] Jesús le dijo: «Una cosa te falta todavía: vende todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo. Después ven y sígueme».”[12]

 

Cristo es creador de una concepción enajenada de la vida y conservador de la enajenación social de su tiempo;  considera la realidad humana como habiente su sentido más profundo en el reconocimiento del accidentalidad de la vida y en el suyo remitir a un principio transcendente de la realidad histórica, dios, el reino de los cielos, es decir "él “más allá de la verdad”[13] como Marx lo definió; Cristo, cerrado en una concepción enajenada vida, conserva la enajenación social, otorga legitimidad al rico, no ve que el rico constituye la raíz histórica de la dicotomía rico-pobre y de la enajenación social, proclama las víctimas de la enajenación social "feliz"[14] y proyecta en el más allá la necesidad de justicia, en el reino de los cielos; la religión es, como Marx observa, "el sol ilusorio que se mueve alrededor del hombre", "la santificacion" de la "valle de lágrimas", "el aroma espiritual" de un mundo enajenado, creadora de una “felicidad ilusoria” y, por consiguiente, no conectando fenomenicamente la realidad inhumana a la compleja estructura de la enajenación social y política es de por si “la figura santificada de la enajenación del hombre.”  

El límite de la religión - que no se pone el problema de la liberación histórica del pobre pero plantea la emancipación interior, después de la muerte, del alma - evidencia la abismal distancia que separa Marx de Cristo. Marx, en efecto, considera la enajenación social como el mal moral;  justo esta consideración lo induce a considerar la historia de la humanidad hasta la edad de la burguesía capitalista como prehistoria porque historia de formas históricas de enajenación y a ver en el comunismo, que abroga la enajenación social, el principio de la historia del hombre.

 

La inferioridad de la mujer, "ayuda" del hombre

A. partir del discurso sobre el origen del hombre y de la mujer es fijado el papel subalterno de la mujer con respecto del hombre. En efecto la mujer no tiene valor por si mismo (en si) porque el valor del ser mujer no es nunca independiente de lo que la mujer tiene que hacer por los otros.[15]

La mujer en la concepción cristiana encuentra su función principal en el papel de mujer, madre, hermana, virgen, su sitio está en la casa porque está allí que puede desarrollar su papel a ventaja de la familia;  su valorización ocurre dentro de un cuadro de referencia (la familia) dentro de una jerarquía de valores que continuamente le dicen a la mujer que ella es subalterna y la hacen convertir un sujeto enajenado.

En el Génesis se afirma explícitamente que dios crea a la mujer para darle al hombre a “una ayuda adecuata”; en las sagradas escrituras es echada a la mujer toda la responsabilidad del pecado y ella es sometida al dominio del hombre;[16]: hasta la tabla de precios por la valoración de las personas, fijada por dios, confirma la desigualdad hombre-mujer y la inferioridad de este última:  El Señor dijo a Moisés: «Habla en estos términos a los israelitas: Si alguien ofrece como voto al Señor la suma equivalente a una persona, se aplicará la siguiente tasación: Si es un varón de veinte a sesenta años, la suma será de cincuenta siclos de plata, […]; y si es una mujer, la suma será de treinta siclos. […] Si la edad es de cinco a veinte años, la suma será de veinte siclos por un varón y de diez por una mujer. […] Si la edad es de sesenta años en adelante, la suma será de quince siclos por un varón  y diez por una mujer»”.[17] También la cuestión de la virginidad de la mujer es inscrita en una jerarquía de valores que subrayan la subalternidad de la mujer;  según la Biblia la virginidad es un tesoro precioso que debe ser puesto bajo el vigilante y celoso control de los hombres, de su grupo familiar y sobre todo del padre y de los hermanos;  en el caso en que el marido difama a la mujer de no ser virgen, es el padre de la mujer (y no la mujer) a dirigirse a los ancianos de la ciudad para probar la virginidad de la hija antes de la boda.[18] La violación en La Biblia es afrontada por una verdadera y propia contratación entre los familiares machos de las familias implicadas arrinconando a la mujer, víctima de la violencia, como si fuera un objeto. [19]También la esterilidad implica una desigualdad hombre-mujer;  en efecto la mujer estéril, no pudiendo cumplir a la función de mujer-madre, puede ser renegada por el marido, el que prueba que la mujer, a la luz de las enseñanzas de La Biblia, no tiene valor por si misma.[20]

La inferioridad de la mujer también persiste con el advenimiento del cristianismo y a pesar de la proclamación de parte de Cristo de la igualdad, (moral-religiosa, metafísica, abstracta, frente a dios del hombre y de la mujer).[21] S. Pablo les asigna a las mujeres, dentro de la familia cristiana, un papel subalterno, caracterizado por la sumisión al marido, y proclama el principio que el hombre es el jefe de la mujer. Así en la Primera carta a los Corintios: “Sin embargo, quiero que sepan esto: Cristo es la cabeza del hombre; la cabeza de la mujer es el hombre […].El hombre, no debe cubrir su cabeza, porque él es la imagen y el reflejo de Dios, mientras que la mujer es el reflejo del hombre. En efecto, no es el hombre el que procede de la mujer, sino la mujer del hombre; ni fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre. Por esta razón, la mujer debe tener sobre su cabeza  un signo de sujeción”[22] (es decir el velo).

Mientras los maridos, según los dictámenes cristianos, tienen el deber de querer a las mujeres, éstas tienen que estar “subjectas” o “sometidas” a sus maridos.

Y todavía S. Pablo que ha escrito, a propósito de la familia cristiana: “Sométanse los unos a los otros, por consideración a Cristo. Las mujeres deben respetar a su marido como al Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, como Cristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia . […]..Así como la Iglesia está sometida a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a su marido. Maridos, amen a su esposa”.[23] S. Pablo ha insistido mucho, en sus escritos, para fijar la concepción cristiana de la relación hombre-mujer;  en la Carta a los Colosenses se lee: “Mujeres, respeten a su marido, como corresponde a los discípulos del Señor.Maridos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida”.[24]

La inmoralidad de La Biblia

Abraham que es el promotor, según el Evangelio de S. Luca, del árbol genealógico de Jesús se distinguió por su reiterada inmoralidad, habiendo consolidado la costumbre de conceder los favores de la mujer para conseguir en cambio ventajas de varia naturaleza.

 

[Abram] “Cuando estaba por llegar a Egipto, dijo a Sarai, su mujer: «Yo sé que eres una mujer hermosa. Por eso los egipcios, apenas te vean, dirán: «Es su mujer», y me matarán, mientras que a ti te dejarán con vida.  Por favor, di que eres mi hermana. Así yo seré bien tratado en atención a ti, y gracias a ti, salvaré mi vida». Cuando Abram llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa, y los oficiales de la corte, que también la vieron, la elogiaron ante el Faraón. Entonces fue llevada al palacio del Faraón.En atención a ella, Abram fue tratado deferentemente y llegó a tener ovejas, vacas, asnos, esclavos, sirvientas, asnas y camellos. Pero el Señor infligió grandes males al Faraón […]. El Faraón llamó a Abram y le dijo: «¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me advertiste que era tu mujer?  ¿Por qué dijiste que era tu hermana, dando lugar a que yo la tomara por esposa? Ahí tienes a tu mujer: tómala y vete».”[25]

 

Dios no censura sobre el llano moral al profeta Abraham, pero castiga a las víctimas inocentes del engaño perpetradas por el alcahuete.[26]

Es aún dios, en los Salmos, a inspirar el ruego que proclama la beatitud de quien cumple el infanticidio: “¡Feliz el que tome a tus hijos  [el referimiento es a la hija de Babel] y los estrelle contra las rocas!”[27]

La Sagrada Escritura condena a la pena de muerte los homosexuales[28] y las mujeres que entretienen relaciones sexuales durante el período menstrual.[29] En las enseñanzas bíblicas se suceden apedreamientos e incineraciones.[30] pero ninguna punicion golpea a los asesinos sobre orden de dios;  en este caso ellos siempre podrán contar con la protección divina;[31] y aún quién golpea un propio esclavo y éste “si sobreviven un día o dos, no serán vengados, porque son propiedad suya.

sobrevive uno o due giorni allora non sarà punito, poiché lo schiavo è stato acquistato col suo denaro”;[32] el dios de La Biblia también es extremadamente generoso respecto a quien provoca el aborto de una mujer:  en este caso “el culpable deberá pagar la indemnización que le imponga el marido de la mujer, y el pago se hará por arbitraje.”.[33]

 

La Biblia confiere valor moral-religioso al holocausto religioso y al racismo

 El amor de dios, ha escrito Ratzinger en la encíclica Deus caritas est, es un amor universal: “Dio ama  al hombre [...]. Su amor, además, es un amor de predilección: entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo ama, aunque con el objeto de salvar precisamente de este modo a toda la humanidad”.[34]

¿Pero el amor de dios es verdaderamente universal? El cuento mítico de la Biblia[35] demuestra que el amor de dios es un amor particular por su pueblo, el pueblo de Israel; dios impone a su pueblo el deber religioso de practicar el exterminio (el herem) contra los pueblos hostiles, contra los seguaces de religiones diferentes del culto de Jahve, es decir contra la libertad religiosa

Las ferocidades criminales y el recurso al genocidio sobre orden directo de dios son una constante en el Antiguo Testamento. Querríamos a este propósito citar dos casos emblemáticos:  en los Números dios les impone a los "hijos de Israel" el deber de exterminar los madianitas: “el Señor dijo a Moisés: «Tienes que vengar a Israel de los madianitas, después irás a reunirte con los tuyos».. […]Ellos pelearon contra Madián, como el Señor lo había ordenado a Moisés, y mataron a todos los varones.[…] Los israelitas tomaron cautivas a las mujeres y a los hijos de los madianitas, y se llevaron como botín todos sus animales, sus rebaños y sus bienes. Además incendiaron las ciudades donde ellos habitaban y sus campamentos.Luego recogieron todo el botín – tanto hombres como animales – y se lo llevaron a Moisés […].Moisés […] les dijo: «¿Por qué han perdonado la vida a todas las mujeres? […]Por lo tanto, maten a todos los niños varones y a todas las mujeres que hayan tenido relaciones con un hombre. Perdonen, en cambio, a las jóvenes que no hayan tenido relaciones con un hombre»”;[36] en otro paso de las sagradas escrituras dios le ordena a Giosuè de exterminar las poblaciones hostiles del Dios: “Así Josué conquistó toda la región: la Montaña, con todos sus reyes. No dejó a nadie con vida, sino que consagró al exterminio a todos los seres vivientes, como el Señor, Dios de Israel, le había ordenado.”[37] El dios de La Biblia justifica el esclavismo racista-religioso y proclama a claras cartas la legitimidad religiosa de la esclavitud por motivos de raza con la sola exclusión de los "hijos de Israel." En efecto en el Levitico dios afirma: “Porque ellos son mis servidores: yo los hice salir de Egipto, y por eso no deben ser vendidos como esclavos. […] Los esclavos y esclavas que ustedes tengan, provendrán de las naciones vecinas: solamente de ellas podrán adquirirlos. También podrán adquirirlos entre los hijos y familiares de los extranjeros que residan entre ustedes, entre aquellos que hayan nacido en Israel. Ellos serán propiedad de ustedes,y podrán dejarlos como herencia a sus hijos, para que los posean como propiedad perpetua”.[38]

 

El cristianismo de Cristo y el cristianismo histórico conservan la enajenación política.

La distinción entre cristianismo de Cristo y cristianismo histórico de decenios es sustentada por los católicos para no hacer recaer sobre Cristo la raíz moral e ideológica de los crímenes cumplidos por el cristianismo histórico organizado en la Iglesia.

Las crueldades que se han realizado históricamente, se sostiene, son debidas no a la enseñanza del Cristo  cuánto al hecho que la Iglesia se haya vuelto, a partir del Bajo Imperio, costantiniana[39] y haya abandonado su papel profético y la enseñanza del Cristo. Se trata de una tesis arbitraria y falta de ningún fundamento documental. Cristo en su prédica conserva la enajenación política y social de su tiempo;  sus seguaces han conservado la enajenación en sus formas históricas integrandose así en las estructuras temporales esclavistas, y sucesivamente feudales y capitalistas.

Cristo impide el formarse de una conciencia del estado de opresión, paraliza cada posibilidad de construir un recorrido de emancipación política, sustenta sujetivamente y objetivamente la enajenación política: “Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?». Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto». Ellos le presentaron un denario. Y él les preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios».”[40]

También S. Pablo, volviendo a llamarse a la enseñanza de Cristo según que se tiene que dar  “al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de”, legítima sobre el llano ético-religioso la autoridad política (Cesare) y el imperio Romano; la conservación ideal y práctica de la enajenación política y su consolidación emergen en S. Pablo en total continuidad con cuánto enunciado por Cristo.

 

“Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por él.  En consecuencia, el que resiste a la autoridad se opone al orden establecido por Dios, atrayendo sobre sí la condenación.  Los que hacen el bien no tienen nada que temer de los gobernantes, pero sí los que obran mal. Si no quieres sentir temor de la autoridad, obra bien y recibirás su elogio.  Porque la autoridad es un instrumento de Dios para tu bien. Pero teme si haces el mal, porque ella no ejerce en vano su poder, sino que está al servicio de Dios para hacer justicia y castigar al que obra mal.  Por eso es necesario someterse a la autoridad, no sólo por temor al castigo sino por deber de conciencia.  Y por eso también, ustedes deben pagar los impuestos: los gobernantes, en efecto, son funcionarios al servicio de Dios encargados de cumplir este oficio. Den a cada uno lo que le corresponde: al que se debe impuesto, impuesto; al que se debe contribución, contribución; al que se debe respeto, respeto; y honor, a quien le es debido”.[41]

 

La ilusión dogmático-fideistica de la relación mondo divino - mundo histórico y natural

El problema de la metafísica de transcendencia es el problema de la relación entre la realidad absoluta (dios, el mundo de las ideas) y el mundo histórico y natural, es decir de la demostración de la derivación de este último da la primera.

El cristianismo, en dos milenios de reflexión filosófico-teológica, no ha sido capaz de proveer tal demostración. Eso no por un lapsus pero por un intrínseco límite teóretico;  es decir la ipostatizzacion, la sustantificacion de dios implica la constitución de dos mundos heterogéneos, aquel metafísico y aquel histórico, entre los quales no puede existir ningún puente teóretico.

La encíclica Spe Salvi de Benedicto XVI localiza tal puente en la fe, es decir en el albedrío individual, burocráticamente administrado por la Iglesia como lugar privilegiado de mezcla inmediata entre las dos realidades: “el presente - escribe el pontifice -está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras”.[42]

Éste mezclarse inmediato de las dos realidades, éste trueque de la speculación en empiria y de este última en la primera, caracteriza el cristianismo como revolución intimista-religiosa, socialmente conservadora.

El mundo religioso, la civitas dei, no se puede cerrar en si mismo como un mundo “puro” si no decadria en un mundo utópico, mítico, abstracto; este mundo para no ser estéril contraposición al al mundo presente tiene necesariamente que socializarse, tiene que realizarse en el presente que no es un presente astorico, desetructurado, genérico pero es un presente histórico, es decir historicamente estructurado.

Este mundo metafísico, en fin, tiene que hacerse historia, bajarse en las estructuras históricas.  Eso ha sido hecho por S. Pablo, respecto al mundo antiguo, cristianizando el orden social existente, es decir el sistema esclavista.

Justo para este Benedicto XVI lo indica a la humanidad como “un paradigma destacado, de quien todos tenemos siempre mucho que aprender.”[43]

 

Escribe S. Pablo: “Que cada uno permanezca en el estado en que se encontraba cuando Dios lo llamó. ¿Eras esclavo al escuchar el llamado de Dios? No te preocupes por ello, y aunque puedas llegar a ser un hombre libre, aprovecha más bien tu condición de esclavo.  Porque el que era esclavo cuando el Señor lo llamó, ahora es un hombre libre en el Señor; de la misma manera, el que era libre cuando el Señor lo llamó, ahora es un esclavo de Cristo.  ¡Ustedes han sido redimidos y a qué precio! No se hagan esclavos de los hombres.  Hermanos, que cada uno permanezca delante de Dios en el estado en que se encontraba cuando fue llamado”.[44]

Y a Timoteo enseña que: “Que los esclavos consideren a sus dueños dignos de todo respeto, para que el nombre de Dios y su doctrina no sean objeto de blasfemia. Y si sus dueños son creyentes, que no los respeten menos por el hecho de ser hermanos. Al contrario, que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe. Enseña todo esto, e insiste en ello”.[45]

 

"La visión universalistica del Pablo cristiano" es una universalidad intimista-moralística y su superposición moralística sobre las estructuras históricas de sumisión (esclavismo) introduce en el hombre una escisión entre la esfera subjetiva y aquella objetiva. En efecto en la esfera subjetiva -  es decir sobre el llano moral - esclavo y dueño son hermanos en Cristo y justo por este, dice Pablo, son todos descendientes de Abraham.

La comunidad de los hermanos en Cristo - por la cual todos, siendo de Cristo, son descendientes " de Abraham, herederos en virtud de la promesa”,[46] y son “todos […]  hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”[47] - en la esfera objetiva, en el ethos, se articula segun estructuras históricas de sumisión (esclavistas) en la cuales los miembros de la comunidad se distinguen en hermano "esclavo" y hermano "dueño" y lo primero es utilizado objetivamente por el segundo como una cosa como un factor de producción;  el hermano esclavo, por su parte, consciente que él y el hermano dueño son ambos hermanos en Cristo, tiene que servir al hermano dueño con “con temor y respeto, sin ninguna clase de doblez, como si sirvieran a Cristo;”,[48] más bien,  “que pongan mayor empeño en servirlos, porque así benefician a hermanos queridos en la fe”.[49]

El intimismo fideistico por lo cual dueños y esclavos son hermanos en Cristo tiene socialmente una función conservadora porque impone al esclavo el deber de la obediencia al dueño, el deber moral de no luchar contra las contradicciones reales de la sociedad esclavista.

Este límite orgánico del cristianismo es justificado por Benedicto XVI en la encíclica Spe Salvi con la tesis que Cristo no "era un combatiente por la liberacion politica” como Espártaco que, a suyo decir, "traìa un mensaje social revolucionario [que] en lucha cruenta, fracasó”.[50]

Tal representación tiene un valor meramente polémico, es una representación ideológica, abstracta porque Cristo y Espártaco son considerados por Benedicto XVI fuera de la concreta situación histórica en la cual viven, es decir no son símbolos históricos pero polémicos: Espártaco histórico no tuvo como su objetivo la resolución revolucionaria de las contradicciones de la sociedad esclavista, por lo tanto no fue el portador de ningún "mensaje social revolucionario", pero fue el símbolo de una iniciativa humana libertadora del dominio opresivo imperialístico del imperio romano.

Viceversa Cristo es portador de una utopía religiosa de evasión de los problemas y de las responsabilidades concretas de la vida que lo induce a disolver, simplificar, deformar las problemáticas concretas de la realidad histórica en un mundo metafísico-religioso antes que afrontarlas en la suyas historicidad y proveer a su solución histórica.[51]

Cristo no tiene conciencia del sentido problemático y dialéctico de la realidad histórica y, por consiguiente, le falta la energía éticamente constructiva del mundo de los hombres. Cristo es condenado a hacer el moralista del alma bonita que vive en el mundo no por el mundo pero para probar en ello su pureza de hijo de dios dotado, justo por este, de poderes mágicos, para hacerse por fin el salvador de una humanidad, según la mitología cristiana, pecadora (en éste consiste "el opio del pueblo").

El obtuso dogmatismo de Benedicto XVI lo lleva a no comprender el carácter parcial de una revolución intimista que se cierra en la prospectiva religiosa de la relación a hombre-dios en el Edad Media sobre el plan empírico, y en la doctrina del Nuevo Testamento sobre el plan filosófico.

 

La moderna versión del moralismo conservador:  el pensamiento de Benedicto XVI

También el principio moral de la caritas/agape, enunciado por Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est, es decir del amor vinculado a la evangelización tiene una función de conservación social, y en particular de conservar el sistema capitalista: “los colaboradores que desempeñan en la práctica el servicio de la caridad en la Iglesia […] no han de inspirarse en los esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejarse guiar por la fe que actúa por el amor”;[52] y aun: “La actividad caritativa cristiana [...]no es un medio para transformar el mundo de manera ideológica y no está al servicio de estrategias mundanas, sino que es la actualización aquí y ahora del amor que el hombre siempre necesita.”.[53]

El conservadorismo social de la Iglesia es subrayado ulteriormente también en la siguiente encíclica Caritas in veritate: “El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del «capital social», es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil”.[54]

Frente al peligro de rotura de la cohesión social capitalista y sus estructuras políticas Benedicto XVI propone de orientar “la acción del hombre sobre la tierra, cuando está inspirada y sustentada por la caridad, contribuye a la edificación de esa ciudad de Dios universal hacia la cual avanza la historia de la familia humana”.[55]

 La caridad en la verdad no sólo no es una “fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad.”[56] pero es una verdadera camisa de fuerza por la realidad histórica, se sustituye al concreto desarrollo de las relaciones sociales, reconstruye arbitrariamente, adelanta fantásticamente el desarrollo de la persona y de la umanidad.

En Benedicto XVI no pudo faltar el ataque contra el marxismo, representado de modo caricaturesco y reducido a “teoría del empobrecimiento”: “Una parte de la estrategia marxista es la teoría del empobrecimiento: quien en una situación de poder injusto ayuda al hombre con iniciativas de caridad - afirma - se pone de hecho al servicio de ese sisttema injusto, haciéndolo aparecer soportable, al menos hasta cierto punto. Se frena así el potencial revolucionario y, por tanto, se paraliza la insurrección hacia un mundo mejor. De aquí el rechazo y el ataque a la caridad como un sistema conservador del statu quo.”.[57]

En realidad la experiencia histórica nos demostra que la caridad es irrelevante al fin de una revolución:  los profundos trastornos sociales que han caracterizado la historia del Vigésimo siglo (pero también del Ochocientos) se han realizado sin padecer ningún condicionamiento de las limosnas.

Además la irrelevancia de la caridad es absoluta, no sólo por cuánto concierne las condiciones totales de vida de los pobres y de los oprimidos pero también para el individuo desheredado que no ve alguna modificación sustancial en la suya existencia y en la red de relaciones sociales y familiares que lo concierne. La caridad tiene ciertamente a un alcance inhumano y obscurantista, pero tal alcance concierne no la esfera práctica pero aquella de la moral.

El carácter moralmente inhumano de la caritas/agape cristiana no reside en el hecho que ella contribuye a hacer más soportable un sistema injusto, pero en el hecho que ella confiere universalidad al sistema capitalista.   En efecto oscurece la toma de conciencia de la pérdida de la función universal de la burguesía y oscurece la toma de conciencia, de parte del proletariado, de su función histórica universal.

En efecto la burguesía, con la llegada y el desarrollo de la sociedad industrial, realizándose como clase particular ha transformado los derechos universales originariamente proclamados - libertad, igualdad, hermandad - en privilegios de clase y ha creado a si misma la antítesis del proletariado que, entrando en conflicto con la burguesía, se pone a su vez como  universalidad humana, es decir asume conciencia de la dialéctica histórica de clase.[58]

La superioridad ética (y teorética) del marxismo sobre la religión cristiana reside en el hecho que ello, además de ser una filosofía de la crisis, es, sobre todo, una filosofía de la superación de la crisis, de la humanización histórica, y no mítica, de la civilización humana.

Con el marxismo los valores de la civilización burguesa en crisis, de que lo existente humano es hijo, no son conservados y cristianizados, pero negados en su universalidad, por su contenido particular de clase, y heredados, innovados, liberados y concretados en un contenido radicalmente nuevo, auténticamente revolucionario. 

 

Saber dogmático y materialismo histórico

 “La comparación entre Jesús y la figura mitológica de Prometeo,  […] recuerda un aspecto característico del hombre moderno. ,  […]  El ser humano hoy se afirma a sí mismo como dios y quiere transformar el mundo, excluyendo, dejando a un lado o incluso rechazando al Creador del universo. El hombre ya no quiere ser imagen de Dios, sino de sí mismo; se declara autónomo, libre, adulto”.[59]

Hay un error conceptual en la afirmación del pontífice:  la valorización autónoma del hombre no significa que el hombre quiere ser dios;  al revés quiere ser imperfecto, recobrar la misma humanidad. Pero no sólo. Ratzinger expresa su polemica contra  para un hombre espiritualmente vivo, que quiere ampliar sus horizontes, que critica sus errores, que rechaza de buscar consuelo en la transcendencia pero, al revés, se hunde en lo que es histórico, empírico, real, conocible. El hombre que rechaza de volverse nostálgicamente hacia un mundo sobresensible, que rechaza cada reducción metafísica del mundo tumultoso y contradictorio de la experiencia humana a un mundo que adquiere valor solo por virtud divina es condenado sin reservas por el pontífice romano.  

Aquí está el choque entre el saber dogmático-metafísico, del que es alférez el actual pontífice y el saber crítico, dialéctico de que el materialismo histórico es la expresión más coherente y riada. El materialismo histórico, rechazando de moverse en una inexistente esfera de verdades extra-temporales y extra-historiadoras, se mueve en la historia para liberar el hombre de cada forma de servidumbre histórica, para pasar del hombre necesitado de la necesidad y de la pertenencia a una clase y de la lucha de clase a una sociedad de hombres libres, que desarrollan su personalidad de modo abierto, sin límites de carácter económico y clasista. Esta transición del hombre extrañado al hombre libre de desarrollar su personalidad y reconciliado en el mundo es garantizada por el triunfo de la racionalidad humana. Es justo esta a crear el orden planificado de la sociedad y a encontrar los instrumentos más idóneos para traducirlo en la realidad. Ninguna conciliación puede ser, por lo tanto, con quien representa otra vez hoy un pensamiento anticuado que todavía piensa en términos absolutos y eternos en lugar de relativos e históricos, que quiere vivir en una realidad deproblematizada en que las certezas perentorias reemplazan los problemas, que simplifica la realidad histórica coartándola dentro de infantiles esquemas de bien y mal, auténtico y falso, como es usual ser papa Benedicto XVI.[60]

Una política revolucionaria contra el Vaticano

Cómo comunistas italianos somos bien conscientes de tener de frente un bastión de la reacción mundial, una formidable fuerza política e ideológica anticomunista.

Es de toda evidencia que en Italia la cuestión religiosa tiene un relieve diferente de los otros países. No se puede, en efecto, olvidar la doble soberanía sobre un mismo territorio estatal realizada con los Concordatos - religiosamente respetados por los revisionistas - que comportan el empleo sistemático de Italia por los intereses de la potencia vaticana; las financiaciones a las actividades de la Iglesia y las escuelas privadas católicas; la contribuciones a hondo perdido por parroquias, escuelas religiosas y bienes culturales; la exención de los impuestos de las enormes riquezas vaticane y para los curas; la enseñanza de la religión en las escuelas públicas, ecc.

Tan menos podemos subvalorar el hecho que la Iglesia Católica Romana recurrirá en Italia a cualquier instrumento (fascismo, terrorismo, llamada a intervenciones militares exteriores), para impedir el triunfo de la revolución social del proletariado.

Después del ascensión de Ratzinger al trono pontificio, si tiene intensificado la agresión multilateral de la Iglesia católica en el terreno de los valores y la cultura, y sobre los asillamados "temas sensibles". Una violenta ofensiva reaccionaria ha sido azuzada contra el reconocimiento jurídico de las uniones de las parejas de hecho y de aquellas homosexuales, contra la ley 194 que ha sancionado la libre elección de las mujeres en tema de aborto, contra la libre experimentación científica en tema de fecundación asistida, y sobre muchas otras cuestiones.

La Conferencia Episcopal Italiana se ha asumido - de hecho y de modo creciente - el papel de tercera rama del Parlamento italiano. En práctica, el Vaticano "dicho la agenda política italiana" sobre todos los problemas en los que la jerarquía católica quiere imponer sus concepciones retrógradas y anti-científicos, aprovechando del alianza con las derechas (gubierno Berlusconi), y del actitud sustancialmente sumisa de las fuerzas políticas del asillamada izquierda demócrata y socialdemócrata, y de las mismases instituciones del Estado burgués.

En nuestro país la injerencia política de la casta católica crece a medida que la decadencia económica procede, y la burguesía – incapaz de resolver los problemas sociales - cede constantemente posiciones a las jerarquías vaticane. En cambio consigue el sostén activo de la Iglesia para controlar las masas y mantenerse al poder.

Sobre el plan de las reivindicaciones políticas, llamamos al lucha a todos los trabajadores sobre algunos objetivos indispensables: abolición de los Pactos Lateranenses (firmado por Mussolini); ningun financiamento al Iglesia y fuerte taxation de todos los bienes de los entes religiosos y el restitución de los atrasos; completa separación de las iglesias del Estado; una  ciencia y una escuela libre de condicionamiento de todas las confesiones religiosas; la reivindicación que la "multinacional Vaticano" tiene que pagar la crisis cómo los patrones y los ricos!

En el campo de la lucha inmediata damos importancia a la denuncia política de las responsabilidades del Vaticano y de la Iglesia en sustentar todas las medidas antiobreras que la burguesía adopta, en favorecer la fascistizaccion de la sociedad y los planes de guerra imperialista.

En nuestro programa general afirmamos que con el socialismo la pesada herencia de la ideología reaccionaria y clerical, será destruida.

El Estado socialista para el qual luchamos regulará sus relaciones respecto a la Iglesia católica y de todas las confesiones religiosas sobre la base de la más rigurosa separación.

Con la toma del poder politico de parte de la clase obrera y de sus aliados serán declarados nulos y sin efecto los Concordatos y los varios acuerdos estipulados por la burguesia con las confesiones religiosas. El territorio del Estado de la Ciudad del Vaticano será agregado al nuevo Estado italiano.

Todas las propriedades pertenecientes a las instituciones religiosas serán expropiadas sin indemnización. Los privilegios económicos, sociales y fiscales del clero serán suprimidos. Los ciudadanos tendrán el derecho a profesar libremente su fe religiosa y de practicar los cultos, tal como será asegurada la libertad de propaganda atea. No será admitida la propaganda religiosa a fines políticos, y será eliminada cada influencia de las religiones en las escuelas de cada orden y grado.

La Iglesia católica ha lanzado el desafío. Quién puede recoger ello son solo los comunistas, junto a los elementos avanzados del proletariado, denunciando y combatiendo el papel reaccionario de la jerarquía eclesiástica y defendiendo hasta el final los valores y los contenidos de la ciencia moderna, que tienen su cumplimiento , su concreta y constructiva realización en el humanismo marxista, para la construcción de una sociedad realmente libre.

 

Agosto 2009

Plataforma Comunista de Italia

(Unidad y Lucha, n. 19, octubre 2009)



[1] Benedicto XVI, Caritas in veritate,  par. 78.

[2] K. Marx,  Sobre la cuestión judía.

[3] K. Marx, Tesis sobre Feuerbach.

[4] S. Pablo, Carta a los Galatos 3, 26-28.

[5] K. Marx, Critica de la filosofia del estado de Hegel.

[6] S. Pablo,  Carta a Tito, 2, 9-10.

[7] El texto de S. Pablo (Carta a los Efesinos 6, 5 -9), continúa con la usual aserción de la igualdad abstracta de esclavos y dueños delante de Dios: “Y ustedes, patrones, compórtense de la misma manera con sus servidores y dejen a un lado las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos, que lo es también de ustedes, está en el cielo, y no hace acepción de personas.”.

[8] S. Pablo, Carta a los Colosenses, 3, 22-25.

[9] Ivi, 4, 1.

[10] K. Marx, Critica a la filosofía del derecho de Hegel.

[11] Se vea, en cuanto a esto, el Evangelio segun San Mateo: “Jesús dijo entonces a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos».” (19,23-24)

[12] Evangelio segun San lucas,  18, 18-23. Análogamente Cristo enfatiza metafísicamente la limosna y su convenientismo ultramundano: “Jesus habla: «Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará»”. (Evangelio segun San. Mateo, 6, 3-4).

[13] K. Marx, Critica a la filosofía del derecho de Hegel.

[14] Cfr.  Evangelio segun  S. Luca,  6, 21-25

[15] En el Génesis es escrito: “Después dijo el Señor Dios: «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». […] Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer.” (Génesis,  2, 18-22).

 

[16] “ «Y dijo al hombre: «Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. El te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo. Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!».” (Genesis, 3, 17-19).                                     

 “Y el Señor Dios dijo a la mujer: «Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará».” (Genesis, 3, 17-19)

[17] Levitico 27, 1-8.

[18] Se vea, en cuanto a esto, el Deteuronomio 22, 13, 19.

[19] Es el caso de Dina hija de Giacobbe, violada por Sichem, hijo de Hamor (se vea a tal propósito el Génesis 34,1).

[20] Asì en el Genesis, ( 16, 1) quando Sarai, mujer estéril de Abram  da al marido la sirva Agar para conseguir a un hijo que consideraba suyo, emerge todo el desprecio de la sirva para su dueña en consecuencia de su esterilidad: “Sarai, la esposa de Abram, no le había dado ningún hijo. Pero ella tenía una esclava egipcia llamada Agar.Sarai dijo a Abram: «Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos». Y Abram[…]  se unió con Agar, y ella concibió un hijo. Al ver que estaba embarazada, comenzó a mirar con desprecio a su dueña.". El caso de Sarai se repite con Rachele y Lea (Genesis, 30). La misma concepción le es representada en el Primer libro de Samuel (1, 1-20, y en el Evangelio según S. Luca  (1, 36 -37).

[21] Abstracta porque no modifica la concreta realidad histórica de la estructura jerárquica dentro de la familia cristiana.

[22] S. Pablo, Primera carta a los  Corintios, 11, 3-8.

[23] S. Pablo, Carta a los Efesinos, 5, 21-25.

[24] S. Pablo, Carta a los Colosenses, 3, 18-19.

[25] Genesis 12, 10-19.

[26] Abraham fue reincidente e insistió a hacer prostituir a la mujer;  como en el caso anterior dios persiguió a las víctimas inculpables de sus innobles engaños. “Abraham  […] fue a Guerar, para quedarse allí por un tiempo.

2 Abraham decía de Sara, su esposa: «Es mi hermana». Entonces Abimélec, el rey de Guerar, mandó que le llevaran a Sara. Pero esa noche, Dios se presentó en sueños a Abimélec y le dijo: «Tú vas a morir a causa de la mujer que has tomado, porque es casada». Abimélec, que no había convivido con ella, le respondió: «Señor mío, ¿vas a quitarle la vida a una persona inocente?  ¿Acaso su marido no me dijo que era su hermana? ¿Y ella no lo confirmó, diciendo que él era su hermano? Yo lo hice de buena fe y con las manos limpias». Dios le respondió durante el sueño: «Ya sé que lo hiciste de buena fe. Por eso, yo mismo evité que pecaras contra mí, impidiendo que la tocaras. Pero ahora, devuélvele la mujer a ese hombre. El es un profeta, y va a interceder en tu favor, para que salves tu vida. Si no se la devuelves, ten la plena seguridad de que morirás, tú y todos los tuyos».

8 A la madrugada del día siguiente, Abimélec llamó a todos sus servidores y les contó lo que había sucedido. Y ellos sintieron un gran temor. Entonces Abimélec llamó a Abraham y le dijo: «¿Qué nos has hecho? ¿En qué te he ofendido, para que nos expusieras, a mí y a mi reino, a cometer un pecado tan grave? Tú has hecho conmigo lo que no se debe». Y añadió: «¿Qué te proponías al proceder de esa manera». Abraham respondió: «Yo pensaba que seguramente en ese lugar no había temor de Dios, y que me matarían a causa de mi mujer. Por otra parte, ella es realmente mi hermana, hija de mi padre aunque no de mi madre, y se ha casado conmigo.  Por eso, cuando Dios me hizo andar errante, lejos de mi casa paterna, le dije: «Tienes que hacerme este favor: cualquiera sea el lugar donde lleguemos, dirás que soy tu hermano». Abimélec tomó ovejas y vacas, esclavos y esclavas, y se los dio a Abraham; y también le devolvió a Sara, su esposa.” (Genesis, 1-14).

[27] Salmos, 137, 9.

[28] Levitico, 20, 13.

[29] Levitico, 20, 18.

[30] Se vea, en cuanto a esto,  Exodo y Levitico en El antiguo Testamento.

[31] Cfr. Exodo 21, 12.

[32] Exodo, 21, 21.

[33] Exodo, 21, 22.

[34] Benedicto XVI, Deus caritas est, 9.

[35] Cfr. en cuanto a esto: Numeros 31, 1-4;  Josuè 6, 17 y 10, 40.

[36] Numeros,  31, 1-18.

[37] Josuè,  10, 40.

[38] Levitico, 25, 42-46.

[39] Es decir comprometida con el poder político.

[40] Evangelio según S. Mateo, 22, 17-21. El pensamiento de Cristo es prometido en el Evangelio según S. Marco: «Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarla o no?». Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario». Cuando se lo mostraron, preguntó: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Respondieron: «Del César».  Entonces Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». (12, 14-17).

[41] S. Pablo, Carta a los romanos, 13, 1-7.

[42]  Benedicto XVI, Spe Salvi par. 7.

[43] Benedetto XVI, Audiencia general del 2 de julio 2008, in:www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2008/documents/hf_ben-xvi_aud_20080702_it.html     .

[44] S. Pablo, Primera carta a los Corintios 7, 20, 23.

[45] S. Pablo, Primera carta a  Timoteo, 6,2.

[46] S. Pablo,  Carta a los Galatos, 3, 29.

[47] Ibid., 3, 26.

[48] S. Pablo, Carta a los Efesinos, 6,5. En la Carta a los Colosenses (3, 22) Pablo escribe: “con sencillez de corazón, por consideración al Señor”.

[49] S.Pablo, Primera carta  a Timoteo, 6,2.

[50] Benedicto XVI, Spe salvi, par. 4.

[51] Ésta es la traducción en términos teóreticos de “la queja de la criatura en pena suspiro de la criatura oprimida” de la cual Marx habla en Crítica de la filosofía del derecho de Hegel.

[52] Benedicto XVI, Deus caritas est,  par. 33.

[53] Ibidem, par. 31.

[54] Benedicto XVI, Caritas in veritate, par. 32

[55]Ibidem, par. 7.

[56] Ibid. par. 1.

[57] Benedicto XVI, Deus caritas est,  par. 31.

[58] Es la dialéctica de clase el terreno de lo concreto de la acción y por tanto el criterio de moralidad, es decir de una eficacia universal de la acción.

[59] De la homilía pronunciada por Benedicto XVI el 30 de mayo 2009.

[60] Cfr., en cuanto a esto, Benedicto XVI,  Caritas in veritate, par. 9.