LA PAUPERIZACIÓN CRECIENTE DEL PROLETARIADO

 

“A la par con la disminución constante del número de magnates del capital, que usurpan y monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación, aumenta la masa de la miseria, de la opresión, de la esclavitud, de la degradación y de la explotación; pero aumenta también la indignación de la clase obrera, que constantemente crece en número, se instruye, unifica y organiza por el propio mecanismo del proceso capitalista de producción.”

(C. Marx, El Capital, Libro I, «Tendencia histórica de la acumulación capitalista»)

 

1.- «Los reformistas burgueses, y tras ellos algunos oportunistas de las filas de la socialdemocracia, afirman que en la sociedad capitalista no se produce pauperización de las masas. La “teoría de la pauperización”, dicen, es errónea: el bienestar de las masas, aunque lentamente, crece; el abismo entre pudientes e indigentes no se profundiza sino que se cubre. En los últimos tiempos, la falsedad de semejantes afirmaciones aparece ante las masas  de forma cada vez más evidente. La carestía aumenta .El salario de los trabajadores, pese a su lucha mediante huelgas tenaces, crece mucho más lentamente que los gastos que soporta la fuerza de trabajo. Junto a este fenómeno, aumenta con rapidez vertiginosa la riqueza de los capitalistas.

            […]Los productos alimenticios, la ropa, los combustibles, todo en fin, aumentan de precio. El trabajador se empobrece y se ve más pobre y obligado a vivir peor, a alimentarse frugalmente, insuficientemente.

            […]El empobrecimiento relativo de trabajadores, es decir, la reducción del rédito social, es evidente. La parte relativa que espera a los trabajadores en la sociedad capitalista (la cual se enriquece rápidamente) es cada vez más pequeña puesto que de manera rápida se enriquecen los millonarios.

[…]En la sociedad capitalista la riqueza aumenta con rapidez increíble, mientras la masa obrera se empobrece.»

            ¿Este análisis, sintético y realista, que pone ante nuestros ojos la actual condición de vida de la clase obrera y de las masas trabajadoras, surge de la pluma de un comunista de nuestro tiempo? ¿Esta fotografía – tan precisa en lo particular y tan dura en su denuncia - de una situación que se agrava cotidianamente en todos los países del mundo, es el fruto de las reflexiones de un marxista actual que vive en el marco de la “globalización” capitalista?

            No, fue escrita por Lenin hace 96 años, en noviembre de 1912. Impresiona a primera vista por su asombrosa actualidad.

 

2.- También en Italia, país imperialista en declive, se manifiesta sin pausa la miseria creciente de los obreros y trabajadores, como consecuencia del agravamiento de la crisis capitalista y de la aplicación de las formulas capitalistas, que disminuyen el salario real para aumentar los beneficios. Aumenta y se extiende el desempleo, suben los precios de los productos de primera necesidad, el de las tasas, de los alquileres, lo que provoca además el ulterior y constante disminución del salario de los trabajadores.

            Esto conlleva un empobrecimiento sin interrupción y que se extiende sin cesar, como demuestran las mismas estadísticas burguesas, pese a su parcialidad, que contiene dos características, la de ser tanto relativa (disminuye la cuota perteneciente a la clase obrera en la renta nacional), como absoluta (pura y simplemente, rebajar el nivel de vida de la clase obrera).

            Es este un problema vivamente sentido por la clase obrera, pues atañe a aspectos de la vida de cada familia obrera y de todo el que vive de su propio trabajo (salarios, horarios laborales, accidentes laborales, vivienda, gasto escolar, sanidad, tasas, degradación cultural y moral, etc.) La situación económica de ralentización-inflación, la oleada de despidos, la presión capitalista para dar  a los obreros una parte cada vez menor del valor producido y rebajar los salarios por debajo de lo indispensable para subsistir, la restricción del consumo, las consecuencias de la política neoliberal, agudizan más aún el problema para millones de trabajadores y de pensionistas que ya viven con total falta de seguridad y cada vez con menos esperanza de mejorar las condiciones de vida.

            Centenares de miles de familias proletarias que se esfuerzan por llegar a final de mes, ven hoy empeorar sus condiciones de vida y caer en la pobreza ante cualquier suceso imprevisto: despidos, enfermedad, accidente, plazos impagados, etc. Este proceso se manifiesta, entre otras formas, por el empeoramiento de las condiciones de habitabilidad del alojamiento y de salud de los trabajadores italianos.

            Evidentemente, este drama no afecta sólo al proletariado que, en todos sus  componentes es la primera víctima de la apisonadora capitalista, sino que afecta también al pequeño campesino, amplias capas de la pequeña burguesía de empleados en las ciudades, a los comerciantes y artesanos, sectores de la intelectualidad. El apogeo de todo lo anterior, se da en el sur del país.

            Veamos algunas estadísticas.

 

            Desde el 2001 al 2005, se calcula una pérdida del poder adquisitivo del 14,1% para los obreros; del 20,4% para los empleados de nivel inferior. Entre el 2005 y el 2006, el endeudamiento de las familias italianas ha aumentado  el 9,8%.

            Del 2004 al 2007, la retribución neta a los trabajadores italianos, ha pasado del 19º al 23º puesto en la clasificación OCSE, por debajo de España, Grecia e Irlanda. En una renta de 25.000 euros anuales, la pérdida bruta ha sido de 1.210 euros, que aumentan a 1.900, si se tiene en cuenta la falta de restitución del fiscal drag.

            Según el Informe Eurispes de 2007, más de la mitad de las familias italianas, dispone  de una renta mensual global inferior a los 1.900 euros (el salario medio de un obrero italiano es de 1.170 euros mensuales). Más de 5 millones son los núcleos familiares – aproximadamente cerca de 15 millones de personas – que son indigentes (el 23 % de la población italiana). Siete millones de ancianos perciben pensiones de 500 euros al mes y pasan hambre. La cuarta parte de los jóvenes italianos corre el riesgo de caer en la pobreza. Estas son cifras de países atrasados.

            Según los datos del Istat (Instituto Central de Estadística) sobre el 2008, el 15% de las familias trabajadoras no puede llegar a final de mes; el 9,3% se retrasan en el pago del recibo del agua, la luz y el gas.  El 10,4% no dispone de dinero para hacer frente a los gastos médicos; el 16,8% no puede comprar la ropa necesaria; el 10,4% no puede calentar su vivienda, y el 4,2% tampoco puede comprar la alimentación necesaria.

            Según un estudio del BPI (Banca de Pagos Internacional, que reagrupa a todos los bancos centrales), en apenas un cuarto de siglo en Italia el sistema de las empresas ha sustraído a los salarios ocho puntos del PIB (Producto Interior Bruto). Anteriormente a los años 80, los beneficios se llevaban el 23,2% del PIB, mientras que ahora es casi el 32%. En términos monetarios, ocho puntos del PIB equivalen a 120 millardos de euros[1]. Es evidente que con la desigualdad en la distribución de la riqueza, volvemos al nivel del año 1800.

            Draghi, presidente del Banco de Italia, ha admitido recientemente que la retribución media de los trabajadores dependientes, al neto de los impuestos y contribuciones en términos reales, están al nivel de hace quince años. Por lo tanto, aumenta cada vez más la diferencia entre el salario real  y los gastos mínimos necesarios anuales. Además, Draghi y sus amigos capitalistas, que ganan  millones de euros al año, continúan a preconizar, (junto con los dirigentes sindicales) la necesidad de rebajar las pensiones y los salarios, vaciando así  los contratos nacionales laborales. ¡Esta es la verdadera faz del capitalismo!

            El empobrecimiento de las grandes masas que se registra en nuestro país, es un aspecto  del fenómeno que se agrava internacionalmente.

            Según un  informe de la ONU publicado en 2006, la relación entre la renta del 20% de los habitantes más ricos del planeta, y la del 20% de los más pobres era, en 1820 de 3 a 1; en 1913 de11 a 1; en 1960, de 30 a 1, y en 2001, de 80 a 1.

            Según la FAO (Organización para la Agricultura y la Alimentación), en Europa viven 74 millones de personas en el umbral de la pobreza, y 862 millones de personas padecen hambre en el mundo. Por otra parte, los doscientos burgueses más ricos, poseen una riqueza mayor de la que producen en un año dos millardos y medio de trabajadores. Esto no es una «imperfección» del sistema; es el inevitable resultado de un siglo de dominio del imperialismo, un sistema que no se puede reformar.

 

3.- Esta es la dramática realidad en la que hoy viven los obreros y las masas proletarizadas en Italia, en Europa y en el mundo.. Una realidad que confirma plenamente  el análisis de Marx sobre la tendencia a la pauperización de todos los explotados por el capital, y al mismo tiempo del aumento de la contradicción y antagonismo de clase entre el proletariado y las masas trabajadoras, de un lado, y la burguesía, del otro.

            En el nº 18 de nuestra revista  (2007) «Teoria & Prassi» recordábamos como la teoría de la baja tendencial de la tasa de ganacia, haya sido, y sea todavia, «la teoría económica marxista más discutida y criticada». E igual suerte ha seguido las tesis marxistas sobre la pauperización, que es unánimemente rechazadas en la ciencia académica burguesa y en las teorías de los teóricos reformistas a su zaga.

            Uno de los primeros en rechazar estas teorías fue Berstein en su libro «Los presupuestos del socialismo y las tareas de la socialdemocracia» (1899), el cual hizo de ese rechazo una de las bases de su revisionismo y reformismo. En cuanto a los economistas burgueses italianos contemporáneos, citaremos a dos de ellos: Paolo Sylos Labini, que en muchos de sus escritos repite que la tesis sobre la pauperización es uno de los «tres errores más graves de Marx», y Michele Salvati, el cual, a propósito de «las pocas observaciones de Marx sobre la miseria creciente del proletariado» sostiene que es «inútil dedicarse a dilucidar si se trata de miseria absoluta o relativa: con esta observación Marx no trataba de fundar una hipótesis sobre el móvil de la acción revolucionaria». Evidentemente, para él, como para Berstein, el móvil de la acción revolucionaria no tiene sus raíces en la tendencia inherente del modo de producción capitalista, pues son todas [las raíces]  ideológicas y culturales. (Salvati ha sido uno de los promotores del neoliberal Partido Democrático de Walter Veltroni, el cual ha hecho del «diálogo» con el gobierno ultra reaccionario de Berlusconi la razón de su existencia).

            Para ilustrar el contenido efectivo del análisis de Marx, nos parece útil recordar algunos fragmentos de dos de sus textos  particularmente significativos, porque entre ambos se obtiene el testimonio vivo de la estrecha relación existente entre la elaboración teórica de Marx y su ligazón con el movimiento obrero de su época: Trabajo asalariado y capital , fruto de una serie de conferencias que dio en Bruselas en 1849 para la «Asociación obrera alemana», y Salario, precio y ganancia, exposición llevada a cabo por Marx en 1865 en la sede del Consejo General de la «Asociación Internacional de los Obreros» (Primera Internacional).

 

4.- Los fragmentos que siguen describen la disminución de lo que Marx llama «salario relativo o proporcional» del obrero:

 

«A su vez, este veloz crecimiento del capital productivo, provoca un desarrollo no menos veloz de riquezas, de lujo, de necesidades y goces sociales. Por tanto, aunque los goces del obrero hayan aumentado, la satisfacción social que producen es ahora menor, comparada con los goces mayores del capitalista, inasequibles para el obrero, y comparada con el nivel de desarrollo de la sociedad en general. Nuestras necesidades y nuestros goces tienen su fuente en la sociedad y los medimos, consiguientemente, por ella, y no por los objetos con que los satisfacemos como tienen un carácter social, son siempre relativos.[2]

[…]La parte obtenida por el capital aumenta, en proporción a la del trabajo. La distribución de la riqueza social entre el capital y el trabajo es ahora todavía más desigual que antes. El capitalista manda con el mismo capital sobre una cantidad mayor de trabajo. El poder de la clase de los capitalistas sobre la clase obrera ha crecido, la situación social del obrero ha empeorado, ha descendido un grado más debajo de la del capitalista.[3]

[…]…aunque nos circunscribimos a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, los intereses del trabajo asalariado y los del capital son diametralmente opuestos.

º        Un aumento rápido del capital equivale a un rápido aumento de la ganancia. La ganancia sólo puede crecer rápidamente si el precio del trabajo, el salario relativo, disminuye con la misma rapidez. El salario relativo puede disminuir aunque aumente el salario real simultáneamente con el salario nominal, con el valor en dinero del trabajo, siempre que éstos no suban en la misma proporción que la ganancia. Si, por ejemplo, en una época de buenos negocios, el salario aumenta en un cinco por ciento, y la ganancia en un 30 %, el salario relativo, proporcional, no habrá aumentado, sino disminuido[4]

[…]… incluso la situación más favorable para la clase obrera, el incremento más rápido posible del capital, por mucho que mejore la vida material del obrero, no suprime el antagonismo entre sus intereses y los intereses del burgués, los intereses del capitalista. Ganancia y salario seguirán hallándose, exactamente lo mismo que antes, en razón inversa.

..si el capital crece rápidamente, pueden aumentar también los salarios, pero aumentaran con rapidez incomparablemente mayor las ganancias del capitalista. La situación material del obrero habrá mejorado, pero a costa de su situación social. El abismo social que le separa del capitalista se habrá ahondado.[5]»

 

Dieciséis años después, profundizando el análisis elaborado en El Capital, Marx, en su exposición ante la Primera Internacional, aclara en primer lugar que :

 

«…El valor de la fuerza de trabajo está formado por dos elementos, uno de los cuales es púramente físico, mientras que el otro tiene un carácter histórico o social. Su límite mínimo está determinado por el elemento físico; es decir, que para poder mantenerse y reproducirse para poder perpetuar su existencia física,  la clase obrera tiene que obtener los artículos de primera necesidad absolutamente indispensables… […]Además de este elemento puramente físico, en la determinación del valor del trabajo entra el nivel de vida tradicional en cada país.[6]

[…]La determinación de su grado efectivo se dirime exclusivamente por la lucha incesante entre el capital y el trabajo; el capitalista pugna constantemente por reducir los salarios a su mínimo físico y prolongar la jornada de trabajo   hasta su máximo físico, mientras que el obrero presiona constantemente en el sentido contrario.

         El problema se reduce, por tanto, al problema de las fuerzas respectivas de los contendientes.[7]»

 

            Pero el análisis de Marx va más allá de la cuestión de los ocasionales relaciones de fuerza entre las dos partes en lucha, que en determinadas circunstancias, permiten a la clase obrera «mejorar momentáneamente su situación».

 

«…el precio del trabajo en el mercado, al igual que el de las demás mercancías, tiene que adaptarse, con el transcurso del tiempo, a su valor; que, por tanto, pese a todas sus alzas y bajas y a todo lo que el obrero puede hacer, éste acabará obteniendo, por término medio, el valor de su trabajo solamente, que se reduce al valor de su fuerza de trabajo.»[8]

 

¿Pero, qué determina el límite del valor del trabajo?

 

«En cuanto a los límites del valor del trabajo, su fijación efectiva depende siempre de la oferta y la demanda, refiriéndome a la demanda de trabajo por parte del capital, a la oferta de trabajo por los obreros.» [9]

 

Considerando – observa Marx -  él creciente desarrollo del modo de producción capitalista,

«De aquí podría inferirse, como lo hizo Adam Smith, en cuyos tiempos la industria moderna estaba aún en su infancia, que  la acumulación acelerada del capital, tiene que inclinar la balanza a favor del obrero, haciendo crecer la demanda de su trabajo.

[…]Pero, es que, simultáneamente con la acumulación progresiva, se opera un cambio progresivo en cuanto a la composición del capital. La parte del capital global formada por capital fijo: maquinaria, materias primas, medios de producción de todo género, crece con mayor rapidez que la parte destinada a los salarios, o sea, a comprar trabajo. [Es el fenómeno que en El Capital, será definido por Marx “aumento de la composición orgánica del capital”. N.d.R.]

[…]Por tanto, al desarrollarse la industria, la demanda de trabajo no avanza con el mismo ritmo que la acumulación del capital. Aumenta, sin duda, pero aumenta en una proporción constantemente decreciente, comparándola con el incremento del capital.

[…]Estas pocas indicaciones bastarán para poner de relieve que el propio desarrollo de la moderna industria contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más a favor del capitalista y en contra del obrero, y que, como consecuencia de esto, la tendencia general de la producción capitalista no es elevar el nivel medio de los salarios, sino, por el contrario, hacerlo bajar, o sea, empujar más o menos el valor del trabajo a su límite mínimo.»[10]

 

5.- Esta es pues, en el análisis científico marxista,  la tendencia general del modo de producción capitalista; tendencia que con la acumulación del capital, va en una sola dirección: la de la concentración en un polo de la sociedad inmensas riquezas, de lujo, de parasitismo, del despilfarro; mientras que en el otro polo se intensifica cada vez más la explotación y la opresión. Crece el desempleo y el trabajo en precario, aumenta la miseria y el hambre de todos los que con su trabajo crean todas las riquezas.

            Es importante observar que Marx no señala ninguna contratendencia general del capitalismo que proceda en orden inverso, a diferencia, por ejemplo de la contratendencia o “causa antagónica” analizada por Marx, en el Libro III de El capital, respecto a la  tendencia creciente de la cuota de ganancia.

            La lucha misma de la clase obrera «contra los efectos» de esta tendencia –afirma claramente Marx- «lo que hace es contener el movimiento descendiente, pero no cambiar su dirección». La necesaria “guerrilla” cotidiana que el proletariado lleva a cabo en el terreno reivindicativo en defensa de sus condiciones fundamentales de vida y trabajo, «aplica paliativos, pero no cura la enfermedad.»

«En vez del lema conservador de “¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa” deberá [el proletariado] inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: “¡Abolición del sistema de trabajo asalariado!”[11]

 

            Supresión del sistema de trabajo asalariado: ésto es, revolución proletaria, expropiación de los capitalistas, demolición de su aparato estatal, construcción del socialismo. Sólo así se podrá acabar con el enriquecimiento de  los parásitos burgueses y la pauperización de las masas trabajadoras.

 

6.- La cuestión del empeoramiento de las condiciones de vida de las masas trabajadoras, resultado inevitable de la acumulación capitalista, está estrechamente unida a la contradicción fundamental del actual modo de producción, la del  carácter cada vez más social del proceso productivo y la forma capitalista privada de apropiación de los bienes producidos.  Se trata, pues, de un terreno de lucha fundamental para empujar a la clase obrera a liberarse de la tiranía del capital,  un vasto terreno gracias al cual podremos desarrollar entre los obreros la verdadera conciencia de clase, un terreno concreto para conquistar a los elementos avanzados del proletariado a la causa del socialismo, de extender la influencia de los comunistas sobre amplias capas de las masas trabajadoras que están aplastadas por  la apisonadora capitalista.

Debemos desarrollar la agitación sobre el problema de la pauperización, no tanto para presentar una serie de reivindicaciones para mejorar las condiciones de la clase obrera y de las masas populares, sino sobre todo para reivindicar la abolición del capitalismo, un sistema obsoleto, históricamente superado, e indicar la vía del socialismo, de la sociedad planificada que será capaz de asegurar las necesidades fundamentales de los trabajadores y asegurará a las masas una vida sin preocupaciones.

 

7.- Acabamos esta pequeña contribución, dando nuevamente la palabra a Lenin, el cual en su Proyecto de Programa de nuestro Partido (1899), escribía:

 

«…debería esbozarse la tendencia fundamental del capitalismo : la escisión del pueblo y su división en burguesía y proletariado, El incremento de la miseria, de la opresión, del sojuzgamiento, de las vejaciones y de la explotación” Estas célebres palabras de Marx se reproducen en el segundo párrafo del Programa de Erfurt del Partido Socialdemócrata de Alemania, y es precisamente contra este punto contra el que arremeten con especial ímpetu en estos últimos tiempos los críticos que se agrupan en torno a Berstein, repitiendo las viejas objeciones de los liberales burgueses y de los políticos sociales a la “teoría de la pauperización”. A nuestro entender, la polémica desarrollada en torno a esta cuestión ha demostrado plenamente, la total inconsistencia de semejante “crítica”. El propio Berstein ha reconocido la justedad de estas palabras de Marx como definidoras de la tendencia del capitalismo, tendencia que se convierte en realidad cuando está ausente la lucha de clase del proletariado contra ella, cuando la clase obrera no ha conquistado las leyes que la protejan. Y es precisamente en Rusia donde vemos actualmente cómo esa tendencia se manifiesta con fuerza colosal, descargando sus efectos sobre los campesinos y los obreros. Kautsky ha demostrado después que las palabras sobre “el incremento de la miseria, etc.” no sólo son ciertas para definir la tendencia, sino también  para señalar el aumento de la “miseria social”, es decir, el aumento de la falta de correspondencia entre la situación del proletariado y el nivel de vida de la burguesía, el nivel de las exigencias sociales, que van creciendo a la par que cree en forma gigantesca la productividad del trabajo.

         […]Así pues, las palabras  “incremento de la miseria,  de la opresión del sojuzgamiento, de las vejaciones y de la explotación” deben, a nuestro juicio, figurar sin falta en el Programa; en primer lugar ,porque define con todo acierto los rasgos fundamentales y esenciales del capitalismo y señalan ese proceso que se desarrolla ante nosotros y que es una de las causas principales que engendran el movimiento obrero y el socialismo en Rusia; en segundo lugar, porque estas palabras proporcionan un material formidable para la agitación, por cuanto resumen una serie de fenómenos  que son los que más oprimen y, a la vez,  los que más indignan a las masas obreras (el paro forzoso, los bajos salarios, la subalimentación, el hambre, la disciplina draconiana del capital, la prostitución, el aumento del número de sirvientes, etc., etc.»[12]

 

            Son palabras que nos revienen a nosotros, comunistas de hoy, a todos los comunistas de nuestro tiempo, para la discusión y la preparación del programa político del Partido Comunista de la clase obrera que, con el esfuerzo común de los obreros de vanguardia de nuestro país, debemos reconstruir.

 

Agosto 2008

PIATTAFORMA COMUNISTA (ITALIA)



1. Un millardo = mil  millones

[2] Trabajo asalariado y capital. Marx. Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú. Pág. 34

[3] Ibídem, Pág. 37

[4] Ibídem.Pág. 39

[5] Ibídem. Pág. 40

[6] C. Marx: Salario, precio y ganancia. Edic. en Lenguas Extranjeras.Moscú. Págs. 62-63

[7] Ibídem. Pág. 64

[8] Ibídem.Pág .62

[9] Ibídem.  Pág. 65

[10] Ibídem. Págs. 67-68. Los subrayados de la redacción.

[11] Ibídem. Pág. 69

[12] Lenin. Obras Completas, Tomo IV, Págs. 232-233. Editorial Progreso.Moscú 1981